Para el grupo étnico mayo, la muerte y la resurrección de Cristo se han incorporado a su cosmovisión prehispánica. Esta celebración de la Cuaresma expresa sus concepciones sobre la fertilidad, la vida y la muerte, el Bien y el Mal, en una fiesta fársica comunitaria.
Durante varios días, los pobladores de El Júpare hacen una singular representación de los sucesos de la Pasión de Cristo --al que llaman el Viejito--, desde su búsqueda y su captura hasta su entrada en la Gloria. Numerosos hombres y mujeres, cumpliendo una manda, encarnan y multiplican los papeles convencionales (los fariseos, los pilatos, las verónicas), junto con personajes de su propia tradición (pascolas, venados), todos con acciones e indumentaria características, llenas de significados.
El pueblo entero se vuelca en la celebración. Danzas, música, drama y ritualidad forman parte de una profunda alegoría de la renovación y la bienaventuranza de la comunidad, para la que el Huya Ania, "el mundo del monte", es el paraíso que espera a cada indio mayo después de la muerte.
Durante varios días, los pobladores de El Júpare hacen una singular representación de los sucesos de la Pasión de Cristo --al que llaman el Viejito--, desde su búsqueda y su captura hasta su entrada en la Gloria. Numerosos hombres y mujeres, cumpliendo una manda, encarnan y multiplican los papeles convencionales (los fariseos, los pilatos, las verónicas), junto con personajes de su propia tradición (pascolas, venados), todos con acciones e indumentaria características, llenas de significados.
El pueblo entero se vuelca en la celebración. Danzas, música, drama y ritualidad forman parte de una profunda alegoría de la renovación y la bienaventuranza de la comunidad, para la que el Huya Ania, "el mundo del monte", es el paraíso que espera a cada indio mayo después de la muerte.
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